Por Amaranta Gutiérrez, madre de trillizos y socia de FANOC
Soy madre de trillizos de 4 años recién cumplidos e imagino como muchos padres en esta misma situación, ven el futuro con preocupación por ser un colectivo minoritario.
¿Para cuándo se tendrá en cuenta y consideración a las familias numerosas de trillizos como familias numerosas en régimen especial? ¿O ni os lo habéis planteado?
No es lo mismo tres que trillizos,
No es lo mismo aprovechar la ropa de un hijo para otro, de un año a otro, que comprar por partida triple a la vez.
No es lo mismo pagar desde que se empieza una carrera la matricula hasta el final de tres, aunque sea al 50%, que hacerlo de forma escalonada
No es lo mismo la infraestructura de tres de la misma edad, que la figura de un hermanito más mayor y otros más pequeños.
No es lo mismo botes de leche y pañales para tres a la vez, que lo mismo por separado por años.
¡No es lo mismo!
Con todo el dinero de las ayudas oficiales que nos dieron, tuvimos que comprar otro vehículo porque ni en broma cabían las tres sillas, pero hubiera sido un detalle si en los parkings por ley se tuviera en cuenta que las personas minusválidas y las personas con familias numerosas que son las de menos movilidad y que llevan vehículos grandes no por capricho, pudieran aparcar como en otros países en un sitio más cercano, por problemas de movilidad. Que los tenemos y mucho.
«Durante dos años he estado sin comer por falta de tiempo»
Durante estos cuatro años he vivido situaciones de lo más rocambolescas que uno pueda imaginar por falta de empatía e inconsciencia.
Como bajar de un autobús con un cochecito y tres bebes que casi caen al estar a punto de volcarse el carro al bajar, porque el conductor se niega a poner la plataforma porque solo es para discapacitados y nadie ayudarme. ¿Sabéis lo que pesa un carro con tres bebes?
Ir a una guardería pública y decirme que por falta de plazas y no rozar el umbral de la pobreza, no entrarían mis tres hijos y que corría el riesgo que los separaran de escuelas infantiles, aparte de no tener descuentos.
¿En serio? ¿Cada uno en una escuela en diferentes puntos? Si los dejaba era para poder ir a trabajar, no invertir la mañana dando paseos por toda la ciudad sin poder dejarlos ni a la misma hora.
Tuve que pagar una escuela infantil concertada que fue la única que no me cobró por el tercer hijo y aun así pagaba 1100 € cada mes, más el material aparte. ¿Os lo imagináis? 1100 € para mantener mi puesto de trabajo porque ya imaginaréis que queda. Pensando que solo sería un año más.
Digo un año más, porque los dos primeros estuvieron encerrados literalmente por no tener ascensor. Un ascensor que se dilapidó en el tiempo porque el ayuntamiento retrasaba las obras continuamente sin importarle lo más mínimo las situaciones de las personas mayores y demás contribuyentes como yo que vivimos en el inmueble. Solo por un centímetro paralizaron las obras. Se estrenó el ascensor hace dos semanas después de todos estos años.
Mi baja de 8 meses estuve encerrada con mis tres hijos porque a pesar de que mi pareja pidió ayuda en todos los estatutos que supimos, no teníamos ese derecho a que viniera alguien a ayudarme un par de horas al día aunque fuera.
Durante dos años he estado sin comer por falta de tiempo y muchas veces sin cenar por pura extenuación de cansancio.
Recuerdo una anécdota divertida, en la cual mi pareja al volver de trabajar de sus turnos rotativos por la tarde-noche, no le abría la puerta y me había olvidado quitar las llaves.
Todos los vecinos gritando para ver si estaba bien y me despertaba y yo durmiendo con mi tres hijos en su habitación.
Es fascinante como un simple quejido de tus hijos te hace despertar, pero ya puede explotar el mundo alrededor que si el sonido no sale de ellos… Le preguntaron a mi pareja si tomaba pastillas para dormir, «con trillizos no hacen falta pastillas para dormir, ya basta con el cansancio» contestó, cándida ignorancia.
Finalmente tras mi baja y la imposibilidad de valerme por mí misma para realizar un acto tan simple como bajar unas escaleras y llevarlos a la guardería, tuve que contratar a una persona para que los cuidara mientras trabajaba por 1200 €.
Empezaron la escuela infantil con 2 años, justo porque tuvieron que aprender a subir y bajar ya escaleras más rápido, o eso o estar eternamente encerrados, y todo el mundo me comentaba maravillado qué que rápido habían aprendido, aunque a ellos les daría miedo de que se cayeran…
En dicha escuela dónde se supone tenían que estar más que concienciados con la situación, me dijeron que dejará el carro dos escaleras más abajo, en un menos dos pisos, porque ocupaba mucho espacio en comparación con los demás carros. ¿Le dirías a una persona que va en silla de ruedas que deje la silla dos pisos más abajo porque ocupa más que las bolsas de los demás invitados?
Luego en marzo empezó el confinamiento, y el mundo se me cayó al suelo. Mis pobres niños de nuevo encerrados… pensé, bueno, seamos positivos, ya están acostumbrados.
Esta situación ha sido dura para todo el mundo, de eso me hago cargo, pero para mí que ya estaba acostumbrada a un encierro casi perpetuo, pues fue duro, pero no fue tan malo.
Lo malo fue la mala fe de mi alrededor, el “mobbing” que estaba sufriendo desde que dije que estaba embarazada, y cada vez fue a peor, a peor, a peor… finalmente, y tras 15 años como Jefa de administración, perdí mi trabajo.
No tengo, ni he tenido tiempo para una depresión, pero si me he liberado de una ansiedad que nuevamente no venía dada por mi situación personal, sino por la incomprensión y falta de empatía social.
Tanto esfuerzo, tanto madrugar a las 5 de la mañana para dejarlo todo preparado, tanto pagar a los demás para que cuidaran de mis hijos para seguir manteniendo un trabajo, tanto demostrar que podía hacerlo igual o mejor que antes, tantos días, trabajando con mis niños saltando alrededor, para NADA. No había servido de nada. La gota que colmó el vaso, fue cuando pedí teletrabajar porque se podía hacer perfectamente y me lo denegaron y a la mañana siguiente me destituyeron de mi trabajo como comercial, aun siendo la que más vendía y que era el extra de dinero que podía sacarme, y a raíz de ahí todo fue a más y mucho más rápido y cruel hasta el 23 de abril de este año, que fue cuando cesé en la empresa en la cual había estado trabajando y dándolo todo durante tantos años. “Cero patatero” en conciliación y comprensión.
No sé, porque os escribo esta carta hoy, no tenía en mente hacerlo. Ni tan siquiera me lo había planteado antes.
Hecho la vista atrás y veo a mis hijos ahora, y los veo unos niños felices que es lo que realmente me importa y preocupa, porque afortunadamente los niños, sobre todo en sus primeros años, lo único que necesitan es amor, mucho amor, amor, amor y más amor, junto con comprensión y paciencia, nada más. Pero los padres sí que necesitan algo más que amor, un poquito de ayuda, no nos vendría mal.
Ya no digo monetaria, digo ayuda, la de verdad, en forma de vales para farmacias, pañales, ayuda en infraestructura, descuentos en comedores públicos, material escolar, campamentos…
Cuando los tuve no esperaba un bono, una canastilla y salir en televisión rollo los 70, ni mucho menos, pero tampoco esto. Soledad e incomprensión social es lo que he sentido, contra la falta de soledad que he tenido desde que nacieron. De locos.
¿Por eso, vuelvo a preguntar y proponer, para cuándo los padres de trillizos serán considerados familias numerosas en régimen especial?
Mil gracias.