Últimamente en las redes sociales veo a muchos padres y madres como debaten de si los hijos deberían hacer uso, o no, de las mascarillas en las escuelas. Que lo ven como algo muy negativo…
Tengo que reconocer que soy la primera que la mascarilla le molesta y que en más de una ocasión me hace sentir que estoy sorda, que no me entero de nada, tropiezo si no me veo los pies y hace que la nariz me pique a todas horas. Además… creo que respirar todo el día la suciedad que vamos expulsando por la nariz y la boca no debe ser muy saludable.
Pero estamos en una realidad atípica que a todos nos ha llegado de nuevo y que nadie sabe muy bien por dónde tirar o exactamente cómo reaccionar o proceder. Hemos estado mucho tiempo encerrados en casa intentando evitar la propagación del Covid19, pero es momento de salir adelante y adaptarnos como lo hemos hecho a lo largo de la historia de la humanidad, y si la mascarilla es el elemento del que disponemos actualmente para poder seguir mínimamente con nuestra vida cotidiana pues creo que hay que fomentarlas.
Quizás el uso de este elemento no sea la panacea a la pandemia pero se ha demostrado que utilizarlas disminuye la posibilidad de contagio.
A lo largo del tiempo las personas hemos incorporado diferentes elementos en nuestra vestimenta, algunas de utilidad o necesidad y otros de estrambóticas o simplemente para seguir la moda, que al principio han sido de lo más incómodas como pelucas, gafas, fajas, tirantes, zapatos de tacón…, pero que con el tiempo nos hemos ido acostumbrando y que muchos ya forman parte de nuestro día a día y lo vemos como algo normal. Quizás el primero que se puso unas gafas las notó del todo incómodas pero si le permitían ver pues se las ponía. Además estamos hablando de un elemento que tarde o temprano dejaremos de usar. Hay varios expertos discutiendo la fecha en que todo volverá a ser mínimamente como antes.
Los niños y las niñas nos han demostrado tantas veces la capacidad extraordinaria que tienen para adaptarse que a mí personalmente no me preocupa que tengan que utilizar actualmente mascarilla. Les dijimos que no podían ir a la escuela, ni hacer sus actividades favoritas, ni ver a sus amigos, ni a los familiares, y incluso les dijimos que no podían salir de casa y no se quejaron, se adaptaron y se han concienciado quizás mucho mejor que muchos de nosotros de la importancia que tiene usarlas.
Pedagógicamente hablando estoy totalmente de acuerdo en que la enseñanza no será el mismo con mascarilla que sin, pero la escuela es mucho más que ver al maestro vocalizar. Es compartir espacios, los olores, los colores, las reacciones in situ o el poder sociabilizar aunque sea a 2 metros.
Últimamente también se habla mucho de la situación de las personas con dificultades auditivas, que por causa de las mascarillas no pueden ver la gesticulación de los labios de las personas de su entorno y se ha conseguido la creación de mascarillas transparentes para facilitar su comunicación. Quizás este tipo de mascarilla se pueden incorporar para los maestros de los más pequeños de la casa con el fin de optimizar la enseñanza durante el tiempo que las tengamos que usar.
A mí quizás me preocupa más un nuevo confinamiento y que los niños y niñas tengan que volver a estar encerrados en casa y comunicarse únicamente con sus compañeros por whatsapp, instagram o cualquier plataforma digital. Cuántos hemos visto que nuestros hijos / hijas no callan ni debajo del agua en estos dispositivos con sus amigos pero, cuando se ven por la calle parece que les dé vergüenza incluso saludarse.
Lo que está claro es que todo esto pasará y quedará como un recuerdo pasajero como las historietas que tantas veces nos han contado nuestros abuelos, y pronto volveremos a ver las escuelas llenas de risas y sonrisas libres de mascarillas.